Los derechos de la bisutería.

     La bisutería tiene sus derechos. ganados con justicia, para ornar la figura femenina y para ocupar un lugar de honor en este artículo. Se define a la bisutería como una "joyería de imitación". La ciencia, la técnica,  el descubrimiento y aplicación de nuevos materiales, va borrando lentamente la frontera entre la joyería y la bisutería. Incluso dentro de la joyería tradicional, ya se acepta como legítimo el concepto de  "parecer". El oro blanco parece platino. La perla cultivada parece perla natural (¡y lo es, sin duda!). El circón parece diamante. El enchapado o el dorado de cierta cantidad de micrones parece oro y mientras se diga que es dorado o enchapado, todo está bien. 

La joyería tradicional está utilizando cada vez mas piedras que antes sólo se admitían en bisutería. El propio rubí, que antes era tema recurrente en historias de princesas orientales, es fabricado por el hombre desde hace mas de un siglo, logrando la más acabada imitación del rubí que se encuentra en la naturaleza.

De otra parte, la evolución de la moda, si bien no abandona el privilegio por la joya tradicional, está imponiendo como legítimo el uso de alta bisutería, para alcanzar el "toque final" de una tenida que se debe lucir en muy especiales ocasiones. También sabemos que en Chile ni en Europa se acostumbra usar joyas de alto costo todos los días y a toda hora; pero la mujer tiene el derecho a verse bella en todo momento, para lo cual es perfectamente admitido usar bisuterías, a condición de que exista buen gusto, gracia y delicadeza. Con estos atributos bien empleados, no se rebaja la mujer, sino que la bisutería sube de categoría.

Además, imperiosas razones de seguridad en nuestros países, aconsejan confundir a los ladrones, ofreciendo bisutería de menos costo como tema de sus rapiñas... sin impedir que las bellas sigan siendo bellas.

 Por último, el imperio de la moda muestra que joyería y bisutería no compiten en términos de mercado: se suman y se complementan, dándole a cada cual la oportunidad de lucir sus pergaminos a diferentes horas del día.



Por: Alejandro Glade Reyes.

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